Clases de Niños

«Si el amor y el entendimiento se manifiestan en una sola familia, esa familia progresará, se llenará de luz y de espiritualidad.»

‘Abdu’l-Bahá

El núcleo de la sociedad humana es la familia. Cuando en ésta existe armonía y lazos de amor, la familia proporciona un entorno vital para el desarrollo de cualidades y capacidades loables. Cuando hay unidad en una familia, sus miembros progresan, disfrutan de tranquilidad, se vuelven prósperos y de provecho para el avance de la civilización. Se vuelve evidente que el bienestar del individuo está intrínsecamente ligado al progreso y bienestar de los demás.

‘Abdú’l-Bahá afirma que la madre y el padre deben, «como un deber, realizar todos los esfuerzos por instruir a la hija y al hijo». Esta inducción debe incluir la educación material, humana y espiritual. El desarrollo de un buen carácter, la adquisición de conocimiento sobre el cuidado del cuerpo, las artes, comercio, oficios y ciencias, y la comprensión sobre la naturaleza espiritual del ser humano, son algunos aspectos que abarcan estas tres clases de educación.

Sin embargo, la educación de los niños no es solo responsabilidad de los padres; la comunidad de la que son parte desempeña un papel importante. Por lo tanto, la comunidad bahá’í presta atención especial a este asunto a través del programa para la educación espiritual de los niños, el cual ofrece clases para su educación espiritual y moral, y trabaja de cerca junto a las familias para fortalecer su identidad y apoyarlas en sus esfuerzos de convertirse en fuentes de bien común.

La vida devocional

«Oración y meditación, dedicad mucho tiempo a esas dos cosas. ¡Entonces conoceréis este Gran Anhelo, y solo entonces podréis comenzar a vivir la Vida!»

‘Abdu'l-Bahá

De acuerdo con los escritos bahá’ís, la oración es una conversación amorosa con Dios, esta conversación nos ayuda a acercarnos a Él. Entre los Textos Sagrados bahá’ís encontramos oraciones que podemos recitar en todo tipo de circunstancia, sin embargo, ‘Abdú’l-Bahá dice: «En la más elevada oración el hombre ora sólo por amor a Dios». Además, el estado de oración nos ayuda a alcanzar la felicidad espiritual.  La oración es el alimento para nuestra alma, aumenta nuestra capacidad de recibir las bondades de Dios para cada uno de nosotros; y así como alimentamos nuestro cuerpo físico todos los días, la oración y meditación son, también, una práctica diaria. Para orar basta con olvidarnos de todas las cosas salvo de Dios, liberarnos del egoísmo y tener fe, es decir, confiar absolutamente en la misericordia de Dios y estar seguros de que Él nos otorgará aquello que nos beneficie.

Para los bahá’ís, la adoración es sinónimo de mostrar honor y amor a Dios; este estado de adoración une la vida diaria directamente a un sentido de espiritualidad y espíritu de servicio. El servicio y la adoración están en el centro del patrón de vida de la comunidad que los bahá'ís de todo el mundo están tratando de crear. Un aspecto sin el otro sería insuficiente para responder a las necesidades espirituales y materiales de la población. En general, este concepto de adoración y servicio como algo inseparable, rige todo esfuerzo impulsado por los bahá’ís. La integración de la devoción y el servicio se expresa en la institución del Mashriqu’l-Adhkár.  Estas estructuras nacen con un edificio central dedicado a la adoración, y a su alrededor van surgiendo dependencias dedicadas a la provisión de educación, salud y otros servicios relacionados con el progreso social y económico de la comunidad. Aún son pocos los Mashriqu’l-Adhkár en el mundo, pero más de ellos están siendo erigidos a nivel nacional y local, y existe uno en cada continente.

La juventud

«Dedicando sus talentos y habilidades a la elevación de la sociedad llegan «a ser la causa de la tranquilidad del mundo de la creación.»

Casa Universal de Justicia

Los escritos bahá’ís destacan la juventud como la mejor época de la vida humana, caracterizada por la fuerza y el vigor. Independientemente de sus condiciones sociales, los jóvenes aspiran a un crecimiento espiritual e intelectual, y manifiestan un deseo de servicio abnegado que hace posible el crecimiento personal y el aumento de la capacidad para contribuir al progreso social.

La certeza en que el potencial de la juventud es inmenso, no puede dejar de lado el periodo de la adolescencia, reconocida como una etapa de grandes cambios y aspiraciones, en la que la compresión que se adquiere sobre el mundo y sobre sí mismo marca profundamente la vida futura. Esta etapa tan corta y a la vez tan significativa de la vida del ser humano, merece atención especial. En muchas partes del mundo, personas de todas las edades apoyan a los adolescentes entre los 12 y los 15 años, a través de un programa para el empoderamiento espiritual de los prejóvenes, que busca llevar a la vida diaria conceptos y principios espirituales necesarios para fortalecer en ellos, y en quienes les rodean, una estructura moral firme, canalizar sus deseos de contribuir al bienestar de la sociedad, y ayudarles a descubrir sus talentos y capacidades.

Desde sus inicios, la historia de la Fe Bahá’í se ha caracterizado por la participación heroica y activa de la juventud. El mismo Báb contaba apenas con 25 años cuando proclamó Su misión y la mayoría de sus primeros seguidores eran jóvenes también. Posteriormente, durante los ministerios de Bahá’u’lláh y ‘Abdu’l-Bahá, los jóvenes mantuvieron un papel protagónico en la difusión de las nuevas enseñanzas.

Actualmente, miles de jóvenes y adolescentes se han levantado con el vigor y entusiasmo que les caracteriza, a responder al llamado de Bahá’u’lláh, bajo la guía ahora de la Casa Universal de Justicia. Así contribuyen al  avance de la civilización espiritual y material, al tiempo que se hace posible su crecimiento individual, tanto intelectual como espiritual.

La respuesta de los bahá’ís jóvenes de hoy al llamado de contribución al progreso social es muy vasta. Para conocer más sobre las actividades que se han emprendido y la visión bahá’í sobre la juventud, se puede referir a este mensaje de la Casa Universal de Justicia. También puede ver una serie de cortometrajes titulados «Servir a la Humanidad».

Participación en la vida de la sociedad

«Es con estos pensamientos en mente que los bahá’ís, en la medida en que sus recursos lo permitan, entran en colaboración con un número creciente de movimientos, organizaciones, grupos e individuos, estableciendo asociaciones que se afanan por transformar la sociedad y fomentar la causa de la unidad, promover el bienestar humano y contribuir a la solidaridad mundial.»

Casa Universal de Justicia