“¡OH HIJO DEL HOMBRE! Amé tu creación, por eso te creé. Por tanto, ámame para que mencione tu nombre y llene tu alma con el espíritu de vida.”
Vida Espiritual
Poco a poco los seres humanos nos vamos dando cuenta que la vida es más que esta realidad material con la que vivimos todos los días, y aunque su progreso promueve propósitos buenos, no puede desligarse de la realidad espiritual pues es la que complementa nuestra existencia.
Dentro de la realidad espiritual el hombre se acerca a Dios y los atributos de su naturaleza divina se manifiestan a través de él, todas las cualidades nobles que tenemos se hacen manifiestas cuando nutrimos nuestra realidad espiritual.
Reflexionar sobre estos atributos nos brinda una mirada profunda de nosotros mismos. Estar conscientes de estos atributos nos permite darnos cuenta de nuestra fortaleza interior, de cómo brindar ayuda, ser generosos, bondadosos, sabios y compasivos por mencionar algunos.
La unidad en diversidad, la justicia, el amor, la excelencia, van cobrando relevancia en cada aspecto de la vida cuando nuestras capacidades están enfocadas a contribuir al avance de los demás, ya sea adquiriendo conocimiento, en nuestros trabajos y oficios, en las profesiones en que nos involucramos, en la convivencia familiar, en la interacción con el medio ambiente o en las relaciones humanas diarias. Esto no podría ser logrado sin un esfuerzo consciente a través del servicio a los demás.
Estar en contacto con la oración y las escrituras sagradas fortalecen el alma del individuo mejorando su conducta y aportando al bienestar de los demás, por lo tanto, influye en el ambiente de su comunidad. Esta fortaleza llena de capacidad al individuo para afrontar pruebas y dificultades, conocer y amar a Dios y enfocarse en adquirir conocimiento en áreas relevantes para su comunidad.
La vida espiritual no termina. El alma del ser humano no muere y su desarrollo es eterno. Las cualidades que adquirimos en esta vida son necesarias para la venidera.
“Nuestros mayores esfuerzos deberán estar dirigidos hacia el desprendimiento de las cosas del mundo; debemos luchar por ser más espirituales, más luminosos, por seguir el consejo de las Enseñanzas Divinas, por servir a la causa de la unidad y de la verdadera igualdad, por ser generosos…para que la luz del Espíritu se manifieste en todos nuestros actos, con el fin de que toda la humanidad sea unida… “‘Abdu’l-Bahá